miércoles, 13 de enero de 2010

Yo dibujo bien con...

Es el primer día de clase, se presentan nuestros futuros profesores de Educación Artística: Amador y Pilar.
Amador es nuevo para mí pero no para el grupo de mañana, que lo tuvo el año pasado. Por lo que no sabía como iba a ser la asignatura con él, ni como evaluaba. Mientras que Pilar era desconocida para todo el mundo pero no para mí porque la tuvimos el año pasado. Por lo que ya sabíamos más o menos cómo trabajaba, cómo enfocaba la asignatura o las actividades que íbamos a realizar.

Para empezar ,el primer día Pilar tse vistió de Bolonia, o boloñesa como dice. Y continua vistiéndose así claro.
Después de vestirse comienza nuestra primera actividad. Debíamos coger un folio y dividirlo en tres partes. En la primera parte debemos dibujarnos a nosotros mismos y además escribir “Yo dibujo bien con la derecha”.
En la segunda parte debíamos dibujarnos de nuevo pero con la mano izquierda y escribir también “Yo dibujo bien con la mano izquierda”. Y finalmente en la tercera y última parte debíamos dibujarnos a nosotros mismos pero con los ojos cerrados y escribir “Yo dibujo bien”.
Aquí están mis dibujos:












Al empezar la actividad no nos dábamos cuenta de su utilidad, porque estábamos emocionados dibujándonos a nosotros mismos con nuestra mano derecha muy preocupados de que quedase bien porque luego tendríamos que enseñarlo al resto de la clase. Pero cuando empezamos a dibujar con la mano izquierda todo el perfeccionamiento desapareció de repente, al menos en mi caso. No conseguí dibujar nada recto ni en su sitio.
Fue un momento muy gracioso en el que todos nos reímos de todos al ver cómo dibujábamos con la mano izquierda, cosa que no pasa normalmente cuando dibujamos con la derecha.
Pero lo mejor fue la última parte, fue divertidísima, todos debíamos cerrar los ojos y sin mirar dibujarnos. Al principio yo no encontraba ni la hoja para poder empezar a dibujar. Una vez que empiezas a dibujar crees que es más fácil de lo que te imaginabas. Guías la mano sin ver, pero la mueves como si vieses. Lo más complicado, a la vez que gracioso, es cuando levantas el lápiz del dibujo para hacer una pausa o por ejemplo cuando terminas de dibujar la cara con los ojos, la boca, el pelo…y quieres seguir dibujando el resto del cuerpo y te preguntas ¿y dónde había dibujado yo el cuello? y sin ver tienes que volver a ese cuello y seguir dibujando. Por esta razón el dibujo fue graciosísimo, porque cada parte del cuerpo está en una parte diferente de la hoja o hay unas encima de las otras o algunas repetidas porque no sabía si las había dibujado bien. Y no se entiende nada del dibujo, a penas se reconoce que es una persona.

A parte de ese gran momento con al actividad, esta actividad tenía un objetivo: hacernos ver que no importa si dibujamos mal o bien, que en realidad no existe un dibujo bien o mal hecho, sino que depende de la persona que lo vea, de su concepto de bien y mal, de la similitud del dibujo con la realidad o con el original. Esta diferenciación y clasificación de bien y mal afecta a todas las personas, pero en este caso hablaremos de los niños. Estos niños empiezan a realizar sus primeros dibujos, dibujan lo que quieren y ven ellos y quizás no se parezca en absoluto a la realidad pero el niño se esfuerza, se expresa, comparte lo que siente y lo que ve. Y no es justo que le digamos mal, sólo porque hace unos rallajos y dice que es algo. Es fácil decirles muy bien, qué bonito, cuántos colores o compartir con ellos la historia que ellos cuentan en el dibujo.
Cuando todavía son pequeños y hacen rallajos bueno, pero cuando empiezan a dibujar ya casitas, personas, plantas, montañas, animales, coches…y les decimos que está mal porque ponen colores diferentes a los reales, las figuras son deformes o están volando y no es la idea de un dibujo perfecto que todos tenemos en la cabeza. Y por qué ese dibujo de niño no está bien y sí un cuadro de Picasso, que tampoco se ajusta a la idea de dibujo perfecto que tengo yo en la cabeza, hay cuadros suyos muy coloridos, pero colores irreales, caras deformadas, cuerpos raros…o simplemente el Guernica, no hay una figura completa ni bien definida y en cambio es un cuadro muy expresivo y simbólico.

Con esto quiero decir que nadie dibuja mal o bien, simplemente dibuja y a unos les gustará y a otros no. Pero no debemos decir a un niño que dibuja mal porque sólo conseguiremos que se avergüence de cómo dibuja y deje de hacerlo. Y el dibujo es una forma muy buena de expresarse, de liberarse, de saber lo que uno siente, de relajarse, etc. Y aunque no lleguemos a ser grandes

pintores, que nos sirva para la vida, porque es muy útil.








Para finalizar comentaré otro tema que surgió a lo largo de esta misma clase: Cómo hacer callar

En un momento de esta clase nos revolucionamos hablando sin darnos cuenta de que Pilar y Amador querían continuar hablando. De aquí surgió un tema nuevo: Cómo conseguir el silencio en clase. Normalmente para conseguir el silencio los profesores dejan de hablar o comienzan a hablar muy bajito para que al gente se de cuenta de que algo ha cambiado. Pero la mayoría de las veces no funciona o al menos del todo, porque siempre hay alguien que continúa hablando por lo bajito aunque la mayoría de la clase se haya callado.

No sé si es más complicado hacer callar a mayores o pequeños. Los niños mayores te escuchan menos y gritan más pero son más obedientes. Mientras que los mayores hablando bajito entre ellos y casi molesta más y además se les puede regañar varias veces que continúan hablando al cabo de un rato.

Con los pequeños podemos aplicar juegos como empezar a decir: “silencio” muy bajito y cada vez más alto. Esto hace que los niños presten atención y todos empiecen a decir poco a poco silencio. Una vez que vemos que todos están diciendo “silencio” haremos el gesto mágico: una palmada, un gesto con las manos como diciendo que se acabó…Sé que este método funciona porque una compañera mía lo usa en su clase y se callan rápidamente y de forma divertida.

También podemos poner música, los niños al oír un sonido nuevo le prestan atención y dejan de hacer lo que estaban haciendo. Además si son canciones que escuchan con frecuencia en clase se las sabrán y empezarán a cantar un poco. Además podemos tener un peluche en clase para acompañar la canción. Por ejemplo con la canción la sigueinte canción podemos usar un burro de peluche para ir señanlando las partes del cuerpo que le duelen.

A mi burro, a mi burro

le duele la cabeza,

el médico la ha puesto

una corbata negra.


A mi burro, a mi burro

le duele la garganta,

el médico le ha puesto

una corbata blanca.


En mi clase cuando era pequeña usaban otro método para conseguir el silencio. La profesora tenía premios en clase, premios insignificantes pero que para los niños son muy importantes, por ejemplo pegatinas de colores o con diferentes formas, gomas de borrar nuevas o lápices y una vez a la semana, normalmente los lunes o los viernes que es cuando los niños están más rebeldes, llevaba piruletas, caramelitos o suggus. La profe se callaba, cogía uno en la mano, lo ponía en alto y se paseaba por la clase para que todos los viésemos. De esta forma poco a poco todos según lo veíamos nos callábamos porque sabíamos que si éramos los primeros en callarnos teníamos premio. Este método quizá es un poco injusto a veces porque siempre hay niños que no hablan y por tanto esos nunca recibirán premio, pero nosotros estaremos pendientes para darles un premio de vez en cuando porque no hablan nunca y de esa forma premiar a unos y castigar a otros. Con este método también conseguimos que los niños tarden cada vez menos en callarse porque se dan cuenta antes de que están hablando. Otra cosa es que cuando sean mayores y hablen y no tengan como aliciente la chuche si se callará o no. Pero de momento en clase funcionaba.

Siempre tenemos que buscar métodos que motiven a los niños a callarse y mantener el silencio para que se acostumbren a escuchar a los demás, a respetar el turno de palabra y no interrumpirles. Pero no podemos usar método simples y tradicionales como mandarles callar gritando o callándonos, aunque a veces funcionen, porque no es bueno acostumbrarles a eso y no es bueno tampoco para los profesores. Por eso debemos inventar nuevas formas más originales y quizás infantiles como juegos, canciones, muñecos, teatros…

En mi clase cuando era pequeña usaban otro método para conseguir el silencio. La profesora tenía premios en clase, premios insignificantes pero que para los niños son muy importantes, por ejemplo pegatinas de colores o con diferentes formas, gomas de borrar nuevas o lápices y una vez a la semana, normalmente los lunes o los viernes que es cuando los niños están más rebeldes, llevaba piruletas, caramelitos o suggus. La profe se callaba, cogía uno en la mano, lo ponía en alto y se paseaba por la clase para que todos los viésemos. De esta forma poco a poco todos según lo veíamos nos callábamos porque sabíamos que si éramos los primeros en callarnos teníamos premio. Este método quizá es un poco injusto a veces porque siempre hay niños que no hablan y por tanto esos nunca recibirán premio, pero nosotros estaremos pendientes para darles un premio de vez en cuando porque no hablan nunca y de esa forma premiar a unos y castigar a otros. Con este método también conseguimos que los niños tarden cada vez menos en callarse porque se dan cuenta antes de que están hablando. Otra cosa es que cuando sean mayores y hablen y no tengan como aliciente la chuche si se callará o no. Pero de momento en clase funcionaba.

Siempre tenemos que buscar métodos que motiven a los niños a callarse y mantener el silencio para que se acostumbren a escuchar a los demás, a respetar el turno de palabra y no interrumpirles. Pero no podemos usar método simples y tradicionales como mandarles callar gritando o callándonos, aunque a veces funcionen, porque no es bueno acostumbrarles a eso y no es bueno tampoco para los profesores. Por eso debemos inventar nuevas formas más originales y quizás infantiles como juegos, canciones, muñecos, teatros…

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